En 2006, un año antes de que nadie hubiera oído hablar de las hipotecas "subprime", la deuda contraída por las empresas españolas con bancos y cajas superó por primera vez el billón de euros, cifra nunca alcanzada hasta entonces y alimentada por la expansión del negocio inmobiliario.
En los años siguientes, la burbuja crediticia del ladrillo elevó el endeudamiento de las empresas hasta 1,282 billones de euros en 2010, equivalente al 119 % del PIB, el doble que al inicio de la década, ya que en el año 2000 representaba el 52 %.
En 2018, último año con datos de todo el ejercicio, la deuda de las empresas españolas era de 899.000 millones.
La cifra de 2010 contrasta con la media europea, que era entonces del 78,5 % del PIB, más de 40 puntos porcentuales menos que en nuestro país.
Pero el desapalancamieto de las sociedades españolas dio sus frutos, y tras caer en 2018 hasta un 74,6 % del PIB, ya por debajo de la media europea, al cierre de septiembre del pasado año se situó en el 73,8 %.
El esfuerzo de las empresas por reducir su deuda ha tenido su reflejo en la tasa de morosidad de las entidades financieras, que al cierre de 2019 bajó del 5 % por primera vez en una década, tras alcanzar máximos históricos en 2013 (13,61 %), un descenso que obedece también al desapalancamiento de las familias.
No obstante, un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) revela que el tamaño resulta determinante para analizar qué empresas sufrirán más las consecuencias de la pandemia.
Aunque en España el 14,6 por cien de las empresas mostraban una débil salud financiera antes del parón económico, hasta un 42,3 por ciento de las pymes tenía una deuda excesiva, porcentaje que bajaba al 21,7 por ciento para las de mayor tamaño.