OPINION

La década prodigiosa

Jaime Orfila | Sábado 31 de diciembre de 2016

El smartphone ha cambiado radicalmente nuestra forma decomunicarnos, de relacionarnos, se ha metido en nuestras casas y ha entrado a formar parte de nuestras vidas. Se ha impuesto hasta con denominación de origen.

Ha venido para hacérnoslo fácil pero tiene algunos, bastantes,inconvenientes. Es adictivo e invasivo. Hemos de convenir que tenerlo accesible y a raya, no resulta nada sencillo. Lo consultamos unamedia de 200 veces al día y estamos conectados casi cuatro horas diarias. Poca broma.

En realidad, en 2007, hace sólo una década, se comercializó el primer iphone integrando distintos avances en tecnologías de la información y la comunicación. Ninguno inventado por Apple. Marcó el punto de inflexión de lo que conocemos como un mundo intercomunicado, centrado en el individuo.

Se ha desarrollado como una plataforma universal.Sirve para gestionar nuestra agenda, para pagar, jugar, aprender, consultar la prensa, los correos, el tiempo e informarnos que ropa conviene ponernos, hacer fotos, disfrutar de la visualización de nuestro deporte o hobby favoritos y para orientarnostanto en el campo como en la ciudad. Nos ayuda a mantenernos saludables y en casi todas las actividades, incluidas las profesionales aporta valor añadido. Si, también en el ejercicio de la medicina, es un gran puntal que ayuda a recordar fórmulas, escalas y el manejo de enfermedades y medicamentos. También permite seguir a los líderes políticos nacionales como se chulean en las redes sociales. Todo esto, 140 años después de que el científico escocés Alexander Graham Bell patentase el primer teléfono, un aparato que transmitía sonidos por un cable a través de señales eléctricas.

En lo personal, nos acerca como nadie a las personas a las que queremos y no permite mantener a distancia a las que no deseamos.Incluso algunos lo utilizan para llamar por teléfono.

Si analizamos el éxito en términos cuantitativos, las cifras de implantaciónson explosivas. En el mundo hay más de 8.000 mil millones de teléfonos móviles; más que personas. Ha marcado toda una década y es previsible que en la próxima el tráfico de datos por esta vía siga creciendo de forma exponencial.

En la franja de edad que va de los 10 a los 15 años, es excepcional encontrar a alguien que no cuente con un teléfono inteligente conectado a internet. En nuestro país, los niños a partir de los 2 años juegan sistemáticamente con el móvil de los padres. ¿Conoce a alguien que no tenga un móvil? Como en el chiste…, a uno o a ninguno.

Por si fuera poco,a lo largo del año que hoy termina, se han dado más altas de líneas de datos móviles en coches que en teléfonos y las proyecciones de crecimiento se centran ya en accesorios digitales corporales –wearables-,desconocidos hasta muy poco, y en la universalización de los relojes inteligentes. A través de ellos, hemos entrado de lleno en “internet de las cosas”.

Nos hemos convertido en homophones. El esfuerzo para mantener el equilibrioentre la racionalidad, la tecnología y el humanismo se ha vuelto verdaderamente complejo. Sin embargo, hoy sin ir más lejos, no podrán suplir ni las serpentinas, nilos espantasuegras, ni a las trompetillas de la bolsa de cotillón de fin de año. Feliz 2017


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