Marc González | Viernes 05 de agosto de 2016
Vivimos en un mundo de falsas seguridades. Occidente, tras la IIGM, fue generando una conciencia colectiva de invulnerabilidad alejada totalmente de la naturaleza intrínseca de la propia existencia, que se nos está desmoronando. Lo hemos comprobado en los últimos veinte años en aspectos tan variopintos como las inimaginables guerras en países vecinos (los Balcanes, Ucrania), la sorpresiva retroactividad de la Unión Europea, tocante a una potencia mundial como el Reino Unido, o la facilidad con que el yihadismo nos mete el miedo en el cuerpo.
Y hoy es un día triste, pero apropiado, para hablar también de la fragilidad de nuestro medio ambiente, que en nuestras islas es tanto como decir de nuestra propia subsistencia, por razones obvias.
Un alemán de 27 años que estaba evacuando el vientre en plena campiña de la hermosa isla de La Palma, en el archipiélago canario, parece ser el causante de un tremendo incendio forestal que ha arrasado más de mil hectáreas y ha costado la vida a un técnico del Cabildo insular. Y lo paradójico es que el fuego se inició porque ese joven no tuvo peor idea que intentar borrar cualquier rastro de ‘civilización’ que evidenciara su paso por allí, quemando el papel higiénico que había utilizado. Es decir, que incluso de forma bienintencionada se puede provocar un cataclismo medioambiental de repercusiones económicas y humanas que pueden acarrear décadas de retroceso.
Lo sabemos bien en Mallorca, por el incendio que hace unos pocos años asoló la Serra en la zona de Andratx y Estellencs. Pasará mucho tiempo antes de que ese paraje se recupere.
Nuestro bienestar pende de un fino hilo que debemos proteger a toda costa. Ya nos bastan los elementos imponderables como la erupción de un volcán islandés como para nosotros añadir incertidumbres.
Este va a ser el peor año de la historia en cuando a los efectos de la actividad humana con relación al cambio climático. Si no tomamos, urgentemente, conciencia de lo que nos estamos jugando, quizás algún día volvamos a vivir en cuevas. Y eso, si sobrevivimos a los desmanes de nuestra propia especie.
Noticias relacionadas