La reconquista de la ciudad supone la recuperación de un punto estratégico para acceder al bastión islamista de Raqqa -- la capital del autoproclamado califato -- y de un Patrimonio de la Humanidad que ha resultado gravemente dañado tras varios meses de combates y por la campaña de desecración de lugares históricos efectuada por los yihadistas. Estado Islámico asumió el control de la ciudad en mayo del año pasado, durante el apogeo de su ofensiva en Siria, y hasta la declaración el mes pasado del alto el fuego las fuerzas del Gobierno sirio habían sido incapaces de organizar una ofensiva para retomar la ciudad.
En la reconquista de Palmira han participado fuerzas militares sirias, grupos paramilitares de élite denominados los Halcones del Desierto y la aviación rusa, que ha desencadenado decenas de bombardeos sobre posiciones yihadistas, y que se han cobrado las vidas de más de un centenar de combatientes de Estado Islámico en las últimas 24 horas. El director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Rami Abdulrramán, ha estimado que unos 400 yihadistas han muerto en total durante los combates, en lo que se trata de "la mayor derrota del grupo desde la declaración de su califato en Siria e Irak hace dos años", según comentarios a la agencia Reuters.