Resulta algo conocido que Mazón estuvo almorzando el día de la Dana con una periodista, prolongando su sobremesa más tiempo de lo debido. También que Sánchez estaba de viaje en la India, y que la ministra Teresa Ribera de día libre en Francia y su número dos en Colombia, sin que nadie se preguntara con quiénes almorzaron o cenaron, ni por qué no viajaron inmediatamente a Valencia.
Resulta un hecho evidente que Mazón apareció tarde por el centro de coordinación de emergencias de la Generalitat valenciana (CECOPI). Pero también que los responsables gubernamentales se encontraban tranquilamente en el extranjero, y que Francina Armengol, tercera autoridad de un Estado en el que se estaban produciendo más de doscientos muertos, no tuvo ninguna intención de suspender un pleno del Congreso de los Diputados, celebrado cuando la riada ya causaba estragos, para aprobar la grosera colonización gubernamental del Consejo de Televisión Española.
Resulta una realidad publicada que Zapatero paralizó en 2004, y Teresa Ribera en 2021, las obras en la zona del barranco del Poyo, incluso la limpieza de huertas y torrentes, que hubieran podido mitigar la tragedia causada por la Dana. De una forma similar a cómo el desvío del cauce del Turia, ejecutado en los años 60 en tiempos de Franco, salvó de males mayores a la ciudad de Valencia.
Resulta un hecho indiscutible que el gobierno de Mazón no reaccionó rápidamente ante la tragedia causada por una tormenta salvaje que precipitó, en escasas dos horas, más de 700 litros de agua por metro cuadrado. También que la ministra de Defensa, Margarita Robles, tardó cuatro días en enviar el ejército a Valencia, y que rechazó el generoso ofrecimiento de ayuda extranjera hecho por bomberos y militares de países vecinos como Francia.
Resulta algo manifiesto que la Generalitat valenciana se vio tristemente desbordada por los acontecimientos del día de la riada. Pero aún lo resulta más que el Gobierno del Estado huyó maliciosamente de sus responsabilidades no declarando el estado de alarma, ni tomando el mando del dispositivo de emergencias estando afectadas diferentes Comunidades Autónomas, con víctimas mortales en varias de ellas.
Ha sido largamente comentada la tardanza de Mazón en ponerse al frente de las operaciones de emergencia. Ha sido muy poco comentada la demora hasta las 20,11 horas de la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, y del presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, para difundir las alertas telefónicas a la población habilitadas por técnicos del 112 desde las 18,35 horas. Casi dos horas de retraso que resultaron letales para la inmensa mayoría de las víctimas.
Resulta un hecho conocido que la Generalitat valenciana, a pesar de la torpeza de su presidente, puso los escasos medios de que disponía para atender a las víctimas e iniciar la reconstrucción. También es un hecho evidente que el presidente del Gobierno dijo “si necesitan ayuda que la pidan”, y lleva un año de retraso en movilizar las ayudas económicas para los ciudadanos afectados.
Finalmente, resulta algo incontestable que los sistemas de un país europeo para atender graves tragedias no dependen jamás de que una sola persona esté personada en el centro de emergencias. Mazón habrá sido descuidado o incompetente, pero es injusto llamarle asesino.
Está plenamente justificado pedir la dimisión de Mazón. Pero hay que pedir también la del galgo de Paiporta. Ese que huye de las tragedias y las manipula para obtener votos.