OPINION

Cola y atascos el menú del día

Oscar Izquierdo | Lunes 27 de octubre de 2025
El menú del día es la clásica oferta fija de comida que ofrecen muchos bares y restaurantes a un precio asequible, más económico que pedir los platos por separado. Generalmente incluye primer y segundo plato, postre, café, pan y bebida. Suele cambiar cada jornada, adaptándose a los productos de temporada o a lo que en la cocina se decida. Muy utilizado, ahorro económico, por aquellas personas que cotidianamente tienen que almorzar por motivos labores fuera de casa. Hay algunos excelentes en comparación calidad-precio y otros que dejan mucho que desear para mejor no repetir, pero, sin duda, cumplen su función gastronómica y económica.

Las colas y los atascos habituales en nuestras carreteras, no sólo en horas punta, sino en cualquier momento del día y en casi todo el territorio insular, se han convertido en fondas obligatorias donde no se salva nadie, son el menú del día, dramático, tanto personal como económicamente, para los ciudadanos que tenemos que circular por motivos particulares o profesionales, con la diferencia que en el ámbito alimentario es generalmente positivo, pero en la movilidad significa el fracaso estrepitoso de la política y de sus representantes como servicio público o mejora del bienestar social, convirtiéndose en uno de los grandes males, fijos, de la vida isleña.

Provocan pérdida de tiempo que nunca se recupera, también de productividad, con las inversiones empresariales paradas encima del asfalto y mucha afectación psicosomática, generando estrés, ansiedad, peor calidad del sueño, irritación y fatiga a las personas que llevamos años, ya contables en décadas, padeciéndolas y lo que es peor, sin visos de solución a ningún plazo. Verdaderamente estamos atrapados en interminables retenciones que no sólo son una molestia machacona, sino que reflejan un problema estructural deficitario en la planificación territorial de infraestructuras de obras públicas, en la gestión del transporte y en la cultura de la movilidad.

No puede obviarse las repercusiones nefastas que tienen sobre el medioambiente con las emisiones de CO₂ y partículas contaminantes que aumentan porcentualmente según la magnitud del atasco, contribuyendo a la mala calidad del aire. Además, el consumo excesivo de combustibles que producen, arranques y paradas constantes, supone un gasto económico adicional que repercute directamente en los bolsillos de los ciudadanos.

En el entorno exclusivamente económico, el transporte de mercancías se ve fuertemente afectado, generando retrasos en las entregas y un incremento en los costes logísticos, sin olvidar que las colas también afectan a la movilidad laboral, con trabajadores que llegan tarde o exhaustos disminuyendo su rendimiento, lo que repercute en la eficiencia general del tejido productivo.

Las soluciones no son fáciles, especialmente en un territorio fragmentado, delicado y con mucha necesidad de protección, pero las hay cuando existe voluntad política de concordia, buscando consensos, planificación técnica adecuada y conciencia social, pero sobre todo, dejar la movilidad fuera del espectáculo mediático, marketing publicitario, frases ocurrentes o desafortunadas, reuniones maratonianas y estériles, eventos propagandísticos, que no sirven sino para auto justificarse de una mala gestión pública.

El transporte público guiado tiene que asumir prioridad real. Mejorar frecuencias, apostar por la puntualidad, comodidad de guaguas, trenes, tranvías y taxis es fundamental para que los ciudadanos los elijamos frente al coche privado, fomentando la intermodalidad, dicho de una técnica para que puedan utilizarse distintos medios entre todas las variantes mencionadas anteriormente. Sin olvidar los sistemas inteligentes de transporte que permiten gestionar el tráfico en tiempo real, optimizando semáforos y ofreciendo información a los conductores sobre rutas alternativas o incidencias. Es hora de pasar de la resignación a la acción, menos tiempo en las colas y más tiempo para vivir.


Noticias relacionadas