OPINION

La equidistancia

Julio Fajardo Sánchez | Sábado 25 de octubre de 2025

Dice Javier Cercas que el peor insulto es que te llamen equidistante. No sé si es realmente un insulto, pero el que te lo llama no te demuestra ningún aprecio. La pregunta es por qué. Lo normal es que seas anti algo y pro algo con el mismo grado de fanatismo y con la misma disciplina de repetir el argumentario inoculado para obtener la respuesta contraria. Si no estás ni en un lado ni en el otro los dejas descolocados y la equidistancia pasa a ser el peor de los insultos. Cabrea mucho y te dicen no te mojas cuando no quieres entrar al trapo del debate polarizado.

Sin embargo, también asegura Cercas que está notando que cada vez hay más gente que está harta de esta situación y alimenta a una mayoría alejada de las respectivas consignas doctrinarias. No sé si serán más o menos demócratas, pero sí representan una hartura de los posicionamientos ideológicos que tienen a la intolerancia y al sometimiento a las disciplinas como el único camino a seguir, allí donde puedes presumir de haber adoptado un compromiso sin que te salgas de su línea. El compromiso de no aceptar ninguno venga de donde venga.

Ayer estuve escuchando los discursos de los premios Princesa de Asturias. Primero a Eduardo Mendoza y luego a Byung Chul Han y me di cuenta de que los dos andaban por los territorios de la equidistancia y los reyes asentían y el público atendía. Me llamó la atención que Conde Pumpido no llevara auriculares para escuchar al coreano. Los auriculares son la denuncia de una carencia, algo que alguien bien formado no necesita. Yo sí los necesito y agradezco el trabajo de los intérpretes. Todavía no he llegado a sospechar que la traducción sea intencionada para torcer el sentido de las palabras y acondicionarlas a conveniencia, o hacer una improvisación libre como los personajes de una novela de Javier Marías.

Algunas veces me han llamado equidistante y lo han hecho con ese retintín peyorativo y de insoportable superioridad que utilizan los adictos a cualquier causa. Todos hablan de diálogo después de haberlo desterrado de cualquier foro, incluyendo los informativos y especialmente a las tertulias televisivas. Viendo la cara del interviniente ya sé lo que va a decir. Me alegra escuchar que los equidistantes somos cada vez más. Así me siento menos solo y menos bicho raro. Cuando seamos mayoría seguro que las cosas empezarán a ir mejor.

Me temo que si no superamos este largo capítulo de polarizaciones, los equidistantes seremos perseguidos por manadas de intransigentes exhibiendo sus códigos éticos particulares. Vayan a pie, en flotilla o marchando detrás de la pancarta seguirán estando ahí y serán cada vez más peligrosos porque sentirán el llamado de la responsabilidad con mayor énfasis y urgencia. De momento voy a seguir siendo equidistante un poco más. Luego, cuando todo se normalice, ya veré donde me apunto.


Noticias relacionadas