Pepa Bueno regresó anoche a TVE después de 13 años para asumir la presentación del Telediario 2 —y lo hizo con una entrevista al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
La primera pregunta: los incendios que arrasaron España este verano. Sánchez reclamó un gran pacto de Estado por la emergencia climática, apeló a la “lealtad institucional” y defendió la actuación del Ejecutivo. “El Gobierno ha hecho su trabajo”, dijo, aunque reconoció que “no estamos satisfechos con lo hecho hasta ahora”.
Sobre los escándalos de su entorno —caso Koldo García, Ábalos, Cerdán— Sánchez negó haber tolerado “ningún caso de corrupción”, reivindicó haber actuado con “total contundencia” y anunció la aprobación de una hoja de ruta hacia una agencia de integridad pública. Sin embargo, admitió haber sufrido personalmente el impacto y hasta llegó a pensar en dimitir.
En el terreno judicial, Sánchez tomó aire para defender a su entorno cercano: “hay jueces haciendo política y políticos tratando de hacer justicia”. Alertó al CGPJ sobre “defectos muy graves” en las causas abiertas contra su esposa y hermano. Aun defendiendo su confianza en la Justicia, calificó algunas investigaciones como claramente políticas.
Sánchez aseguró que presentará los Presupuestos Generales del Estado, pero que si no logra que el Congreso los apruebe, “el Gobierno seguirá”; convocar elecciones sería la verdadera parálisis.
Aquí se produjo el momento más vivo de la entrevista: Pepa Bueno recordó una advertencia de Sánchez contra Mariano Rajoy: que si no aprobaba su presupuesto, tendría que convocar elecciones. “¿Por qué lo que valía para el señor Rajoy no vale para usted?”, preguntó. Sánchez contestó que, tras aprobar los presupuestos en 2018, Rajoy se enfrentó a una moción de censura; él, en cambio, ya ha demostrado que puede seguir con su hoja de ruta, incluso sin presupuesto nuevo.
El secretario general del PSOE cerró con un llamamiento a "desterrar el insulto político": “La polarización es asimétrica: yo no insulto”, afirmó. Reclamó respeto y propuso reemplazar la altanería dialéctica —como el famoso "me gusta la fruta"— por el intercambio razonado.