Desde hace muchos años se vende de puertas para fuera que vivir en Canarias es un sueño, que tenemos suerte de vivir aquí, que si islas afortunadas, que si Tenerife es la isla amable… Esto podemos llegar a compartirlo, pero más que nada, por la calidad humana de nuestra gente, por lo bonitas que son las islas y por el maravilloso clima que tenemos, pero la realidad es que si en Canarias no se ha producido un gran estallido social es en parte, precisamente, por estas mismas cosas.
Imagínate cómo sería tu paraíso si vivieras en el barrio de la Gallega, una de las zonas del municipio de Santa Cruz de Tenerife con las infraestructuras más pésimas en cuanto a movilidad, donde se invierte más de una hora diaria en traslados al trabajo; y eso en el mejor de los casos, si tienes turno partido pierdes el día entero, y ya si trabajas en alguna de las tiendas de ropa de los grandes centros comerciales, con las condiciones laborales que tiene el sector en la actualidad y sumándole que se trabaja casi todos los fines de semana del año, pues más que un paraíso es un infierno.
El paraíso tampoco es estar jubilada y vivir en San Andrés, y saber que si en verano sales de tu casa al centro para hacer cualquier gestión puede que te quedes en tierra porque las guaguas no tienen un cupos de asientos para los vecinos y vecinas. Tampoco se puede considerar un paraíso dar un paseo por el distrito Ofra - Costa Sur y ver como se ha quedado anclado en el tiempo, con cientos de infraestructuras públicas como parques, jardines o asociaciones de vecinos que están cerradas porque al Ayuntamiento no le interesa que los vecinos den la lata.
En ningún caso se puede considerar un paraíso comerse una cola de más de una hora cualquier fin de semana de verano para ir a Las Teresitas y ver cómo el aparcamiento de la playa está lleno de caravanas aparcadas sin ningún control, o querer dar una vuelta por el centro de la ciudad y tener que ponerte una gorra o coger un paraguas porque cada vez hay menos árboles y el sol es insoportable.
Tampoco es un paraíso para las trabajadoras del SAD de Santa Cruz de Tenerife ver cómo se incumplen día tras día las ordenanzas municipales sobre los deberes de los usuarios del servicio mientras ellas reciben un trato vejatorio. Y por supuesto, tampoco es digno de un paraíso tener que ir a coger agua del chorro, como meses atrás le ocurría a los vecinos de la zona de El Sobradillo, y sin una mísera rebaja en la factura por parte del Ayuntamiento o de Emmasa.
Tampoco es un paraíso ver cómo te has gastado los ahorros de una vida en darle una formación adecuada a tus hijos, con carrera, master y demás cursos, y ver cómo el mercado laboral de Canarias desprecia a la gente cualificada y solo genera empleo precario con el que además resulta casi imposible independizarse.
Por supuesto, no es digno de un paraíso ver cómo el alcalde de tu municipio, el señor Bermúdez, le dice a las murgas que se piensen bien las letras de las canciones para el Carnaval, no sea que vayan a ofender a cualquier personaje y que este colapse la administración judicial. Se le hace a uno complicado ver que se defienda más a este tipo de personas que las murgas, que lo que hacen es darle voz al pueblo.
Tampoco es un paraíso ver un piso de alquiler de dos habitaciones en el barrio de La Salud por 850 euros, gastos aparte, y escuchar decir al alcalde y sus concejales que el mercado se regula solo.
Así podríamos estar horas escribiendo sobre cómo están las cosas de verdad y el desfase con lo que nos venden desde las instituciones. El único paraíso que existe somos los ciudadanos, unidos para bregar por una Canarias mejor, y en este caso, para un municipio de Santa Cruz de Tenerife del que no te de ganas de mandarte a mudar y al que estés orgulloso de pertenecer.
Aitor Montelongo, portavoz de Drago Santa Cruz de Tenerife