OPINION

Cronica de toros

Julio Fajardo Sánchez | Lunes 07 de julio de 2025

Hoy corren los mozos delante de los toros en Pamplona. Cualquier resbalón grabado por un móvil te puede convertir en un héroe. Son cosas de españoles que, después de Hemingway, admiran muchos americanos que vienen al encierro para demostrar su nivel de testosterona. Hay mucho macho suelto en las calles, con el pantalón blanco y el pañuelo rojo al cuello, del mismo color que la faja. Algunos llevan un periódico en la mano, como si quisieran enseñarle a leer al animal.

El ganado bravo va junto a los cabestros para meterse en los chiqueros. Por la tarde se las verán con el matador y allí tienen todas las de perder. Los ganaderos están en los burladeros fumándose un puro y observando cómo se comportan los que han criado en campo abierto para ir a morir a la plaza. Una vez uno cogió a Manolete y se hizo famoso. Otro mató a Ignacio y dio lugar a uno de los poemas más hermosos escritos en nuestra lengua. El poeta llamaba a la luna para no ver la sangre de su amigo derramada en charcos sobre la arena.

Hay que levantarse para las seis, como cantan los de la peña Oberena, para participar en la carrera. Los morlacos han viajado desde sus dehesas para tropezarse con la muerte en nombre de un santo pequeño cuya fiesta se anuncia con un chupinazo. Después irán todos a llorar el día que se acabe, pasada una semana. En esos días matarán a muchos toros, cinco por cada encierro, y alguno más si sale el sobrero. Estamos en Navarra y el público en el coso está más pendiente de la bota de vino y de los cánticos que de la faena de los que se la juegan. La banda toca para que canten, y casi todos están de espaldas buscando un colega con quien hallar complicidad.

Koldo y Cerdán, que son de allí, saben que en esos días se habrán olvidado de ellos. Los corredores están más pendientes de la bendición de san Fermín, que todo lo ve. El chacolí rebosa los chiquitos y mancha de violeta las camisas de los inexpertos y las camisetas de las chicas borrachas que se suben a hombros de las peñas para bailar las tetas. Esta es la España del padre Astete, la del cura del Opus que te echa la mano por encima para sacarte una confidencia, la de la turné de Dios de Jardiel, la de un verso jocoso de Ussía. Aquí sale la vena del pueblo para mostrarle a la calle dónde están sus auténticas virtudes.

Por unos días dejarán de hablar de política en los bares y se dedicarán al jolgorio temerario, como mandan los cánones. En el fondo, me gusta esta España que no se esconde, que no siente el rubor de presentarse tal y como es. La izquierda y la derecha se confunden dando saltos en la grada y en la calle del Correo haciendo algunas fintas o resbalando delante de los cuernos. En medio del tumulto hay uno de Oklahoma que viene a por la foto y a votado a Donald Trump. Nadie le dirá nada del 5%. Hoy no toca. Pamplona 6 de julio, bullicio y alegría, ya están los pamplonicas ansiosos de gozar. Al cuello el pañuelico, la bota y el clarete, con el primer cohete la fiesta va a empezar. Cuando ya no les quede voz habrá uno chiquitajo que grite: ¡Oberena, aúpa, viva san Fermín!


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