¿La actuación de Benet Salellas, abogado de Santos Cerdán, ha provocado que el juez Puente haya dictado un auto de prisión sin fianza para el imputado? Si leemos algunas declaraciones posteriores llegaremos a la conclusión de que alguna provocación ha existido en su estrategia de defensa, pero sería impensable que su señoría actuara impulsado por esta causa. En el fondo, el letrado no ha hecho otra cosa que airear la teoría de la conspiración, la sospecha del lawfare y alimentar el argumento del acoso al Gobierno, incluyendo las actuaciones de la UCO como una operación para hacer caer a Sánchez.
Estas razones son coincidentes con las que se esgrimieron en Moncloa desde el primer momento. El señor Salellas ha conducido este asunto a los términos de la política, como ya hizo en otra ocasión, cuando defendió a Cuixart, de Omnium Cultural. Según parece, sus servicios fueron recomendados por Bildu, que vio valores extraordinarios en este exdiputado regional de las CUPS. Con estos ingredientes no es difícil adivinar que detrás sobrevuela el que Cerdán se convierta en el objeto de una venganza por haber sido el “arquitecto del Gobierno progresista”. En medio de la vorágine sale Tezanos para dejar caer la sospecha de que todo ha sido un montaje. La pregunta es por qué se utiliza a alguien con tan escasa credibilidad para lanzar este mensaje. Aquí se trata de enmarañar lo más posible. Por eso Teijelo se apresura a ir a la cárcel a visitar al preso, quién sabe si para ofrecerle sus servicios. Con esto sacamos de nuevo a la fontanera Leire a la palestra y vuelven a desfilar por las televisiones los personajes de la farándula: Aldama, Pérez Dolset y compañía, que animan el panorama nacional al estilo Sálvame o cualquier otro producto de “La fábrica de la tele”.
El PP anuncia su viaje al centro. A una socialdemocracia al estilo de Felipe González. Parece un intento de aniquilar el argumento socialista de que si viene la derecha van a desmontar todos los avances sociales alcanzados por el Gobierno progresista. Se convertirán en la imagen de la moderación, en el continuismo que supone el retorno al bipartidismo, donde todos están de acuerdo en que en la alternancia hay cosas que no se tocan. Volveremos al escenario pacífico donde se elimina a la polarización, que ha dado sus frutos, pero ya no le quedan más en el árbol.
Y a todas estas, ¿cuál es el futuro de Sánchez? No son pocas las voces que dicen que debe hacerse a un lado y dar paso a otros para que emprendan la regeneración. No dudo que el presidente lo ha pensado en más de una ocasión. Incluso cuando se retiró cinco días a meditar. Pero también estoy seguro de que su fortaleza le hizo superar esa tentación para retornar al camino de la resistencia. Ahora tiene a dos secretarios de organización imputados. Uno en la cárcel defendido por un Salellas empeñado en hacer un juicio político del asunto. Esos individuos poco recomendables fueron su sostén y compañía en la operación de recuperar el poder cuando su partido lo suspendió por saltarse las líneas rojas. Ahora las líneas rojas las pone él y son impedir, a toda costa y al precio que sea, que gobiernen los otros. No sé cuánto le va a durar esta estrategia. Un giro de todos hacia la moderación y la centralidad nos vendría bien a los españoles.