OPINION

San Juan

Julio Fajardo Sánchez | Lunes 23 de junio de 2025

Esta noche, víspera de San Juan, arde Barcelona. Es una fiesta donde se unen todos. Un año me eligieron rey de la calle. Eran otros tiempos, pero imagino que las cosas no han cambiado. La última vez estábamos en un hotel de Carretera de Sarriá. Creo que era un Meliá. Se jugaban los mundiales de fútbol y nos subieron del servicio de habitaciones un menú para ver la tele, a base de picoteo y papas fritas. Cohetes, petardos y música. Hoy es festivo, según el BOE, y están disfrutando un puente desde el viernes hasta el miércoles. Mucha gente se va fuera. Mi hijo no contesta al teléfono.

Aquí hicimos hoy las alfombras del Corpus. Ya no las veo. Hace más de 20 años me dieron el premio Benito Pérez Armas por una novela que tiene que ver con eso: "El polvo debajo de la alfombra". El otro día, sin venir al caso, estuve releyendo algunos capítulos. Merecería la pena volver a publicarla, pero no está el negocio editorial para esas aventuras.

San Juan es un santo amable y delicado. El único que fue testigo de la muerte de Jesús, a los pies de la cruz. Qué habría sido de nosotros si hubiera sido el primer papá, en lugar de Pedro. Pedro era un pecador. Quizá la iglesia no habría durado tanto. No se sabe. Esto lo plantea Javier Cercas en su último libro que va sobre el papa Francisco. Esto no tiene nada que ver con Barcelona. Barcelona apuesta por San Juan y a mí me gusta que lo haga, como una alusión a lo que pudo haber sido y no fue.

Barcelona sigue estando en el mismo lugar, a los pies del Tibidabo, que es donde dicen que Satanás tentó a Jesucristo. Aquello es de los salesianos, como tantas cosas en esa ciudad donde su primer arquitecto, Antonio Gaudí, salía en procesión con una vela ardiente en la mano. Lo atropelló un tranvía. Uno igual al número 12 que subía por Mayor de Sarriá hasta Valvidrera, a dónde iba dos días a la semana para darle clases de Matemáticas a un jovencito vago y caprichoso.

Esta noche arden las hogueras en Barcelona y yo me voy a quedar en casa a muchos kilómetros de distancia. Anoche bombardearon Irán y la gente está preocupada. No todos los fuegos son iguales. Los de Barcelona se saltan y en los rescoldos bailan chispas al compás de una sardana. Los de Irán son violentos y agresivos. Esta madrugada regresará a mis oídos la canción de Serrat. "Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta".


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