OPINION

Inadaptado

Julio Fajardo Sánchez | Miércoles 30 de abril de 2025

En la tele cuentan historias del apagón. Sale una chica que se quedó atrapada en un ascensor, otra que intentaba conectar con su familia desde Estados Unidos, y un joven que describía como hacía pis en una botella. Luego han venido algunos famosillos a los platós a relatar sus batallitas. En otras cadenas hay técnicos para explicar a qué se debe este accidente. El ambiente es un intermedio entre la fiesta y el drama. Todo lo que no sabía sobre transporte energético lo he aprendido en pocos minutos, lo que quiere decir que no me he enterado de nada. La oposición habla de falta de transparencia y le contestan preguntando dónde estaba Mazón el día de la dana. Me voy a poner una película del Oeste para desengrasar porque anoche no pude ver la televisión.

Ya tenemos luz y redes otra vez. Menos mal. Ya estaba imaginándome en el retorno impodible a los viejos tiempos. Desconectar de las dependencias habituales no está mal. Tenemos la oportunidad de dedicar más tiempo a la lectura. Y a la escritura. Escribo casi dos artículos diarios y después me dedico a otros trabajos literarios. Vuelvo a textos antiguos y experimento con nuevos. Confieso que me cuesta trabajo reproducir una realidad que no comprendo. He visto a una chica que se considera un árbol y ha ido a un Botánico para que le trate unos líquenes que le cuelgan de los ojos. También ha ido al podólogo para que le adapte las raíces a sus zapatos. Tal y como ocurren las cosas y puestos a elegir, si quiero ser actual, debería convertirme en torre de alta tensión. Podría tener sexo con un alternador y engendraríamos a una dinamo para una bicicleta.

Tengo un amigo rapero al que le voy a dar ideas para una canción. Se debería llamar Apagón, o Mojo Apagón, para hacerla más local. También he pensado en llamar así a un perrito que me he comprado, pero me parece un nombre demasiado fuerte y sonoro, o robusto, que es como se dice ahora. Quizá cuando crezca. De momento lo llevo en uno de esos cochecitos y la dueña del restaurante vegano a donde vamos le da chuches a la salida. No es barato. Tengo amigos que prefieren gatos y otros que los persiguen y los llaman depredadores foráneos. Hay algo que me está enloqueciendo. Decididamente debo ocuparme de cosas más serias. Luego pienso que esto me sucede por querer adaptarme a la actualidad, cuando en realidad ya no tengo edad para ello. Loro viejo no aprende idiomas.


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