OPINION

Gente despierta

Julio Fajardo Sánchez | Viernes 14 de marzo de 2025

Dormitorum, gente despierta. Ahora con el anuncio de Bárbara Rey. Una empresa canaria de colchones pretende conquistar Madrid con el populismo de la indecencia televisiva. No está mal tirado. El problema es que no abundan los que quieran meterse en la cama con una vedette que los deje tirados y los traicione si no le pagan. La gente quiere un colchón para algo más que una revolcada pasajera. El colchón es algo muy personal. Por eso Pedro Sánchez fue lo primero que cambió al llegar a la Moncloa.

El publicista de la marca canaria de descanso es original y arriesgado, pero ya se sabe que la publicidad consiste en que hablen de ti, sin tener en cuenta el tema que se trate. A mí no se me habría ocurrido decir que me recomienda como dormir alguien que está permanentemente despierto, Me parece una contradicción, pero así funcionan las cosas. Es muy agresiva esta campaña que se dedica a probar con todo. Cuando algo funciona no es recomendable cambiar. Ahí tenemos al Cola Cao, que sigue con sus desayunos y meriendas desde que el mundo es mundo.

Ahora los mensajes han cambiado y alguien se trae un Skoda a casa cuando en realidad fue a comprar el pan. Me recuerda un chiste del almanaque Agromán donde se ve un enorme palacio y el dueño dice que empezaron por la caseta del perro y luego se fueron expandiendo. Es como el Guggenheim de Bilbao, donde el perro florido supera con creces al museo. La expansión de Dormitorum también es apoteósica y han llegado al límite incluyendo al culebrón nacional del emérito en su alarde publicitario. Se ve que tiene efectividad pues me incita a escribir estas líneas sobre algo que, en principio, no parece merecerlo. Pero los comportamientos sociales también son dignos de análisis, sobre todo cuando constituyen el retrato de la simpleza con que nos tomamos la existencia. Mis felicitaciones a Dormitorum por su elección y por demostrar dónde están las preferencias de una ciudadanía conquistada por la mediocridad. Me alegro por Bárbara, que así podrá volver al casino a jugarse a la ruleta el dinero ganado en dar instrucciones para el uso apropiado de camas y colchones. Hay un detalle para demostrar lo efímero del amor y es el arranque de una moto que no se sabe qué pinta en el anuncio. Una moto es bien poca cosa. Podían haber puesto un Tesla y hubiera quedado más actual. Bárbara vuelve a hacer caja y esta vez no puede culpar al hijo de ser el vehículo de sus negocios. Que conste que no me escandaliza este mundo de saltos de cama de satén. Es normal.


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