En Canarias pasa exactamente lo mismo, somos europeos siguiendo los mismos defectos o vicios que se producen en el Continente. No cabe duda de que el globalismo sirve para lo bueno y lo malo, no es imparcial. Las peleas entre partidos, ideologías, personajes públicos, por todo, para todo y en todo, desde lo más sencillo a los más grave, es lo cotidiano. No se escuchan ni por casualidad, aún ni queriendo, por lo que ayudaría mucho que en el Parlamento de Canarias, se estableciera un centro auditivo permanente, con audífonos de última generación, para que sus señorías, con el fin de que si no son capaces de atender, por lo menos se oigan, que no es la solución, pero es un pasito para conocer que hay otras personas que piensan diferente y que enriquece mucho prestarles atención, ya que pueden tener algo de competencia y entonces hay que aprovecharla, porque la razón absoluta no la tiene nadie, sino el que se lo cree soberbiamente, que por cierto, más de uno hay entre todos los colores que conviven en nuestros lares.
Últimamente estamos asistiendo a una serie de declaraciones que calientan el ambiente, crispan las relaciones personales y crean verdaderos problemas económicos, por la inseguridad jurídica que se traslada tanto dentro de nuestro Archipiélago, como en el resto de España, así como también en inversores extranjeros. Es tan preocupante, que por la irresponsabilidad de lo que se dice, uno tiende a pensar que lo hacen sin discernir lo que hablan, porque de otra manera, si lo conciben a conciencia, no hay otra forma de calificarlos que de gobernantes torpes y perjudicadores de nuestra tierra. Que se ponga en duda, la concesión de licencias de obra, dadas conforme a la Normativa vigente, cumpliendo con todos los requisitos que se exigen y que no son pocos, pidiendo que, por parte de los ayuntamientos, con remanente de tesorería municipal, se compren las parcelas donde los promotores en su día invirtieron millones de euros y actualmente están ejecutando obra, no puede consentirse de ninguna manera. Revisar el planeamiento a gusto del político de turno con ideología oportunista, con el fin de aparecer más ecologista que la viborina triste, para negociar con la propiedad el rescate del suelo, es sacar a Canarias de Europa e incrustarla en el centro de África.