Así, esta industria, de la manita de la política caciquil marca canaria, empobrecedora de la población autóctona y depredadora del territorio, metió la patita en nuestro archipiélago y le pusimos los mejores sitios de la costa, los sitios con mejor clima, con mejores vistas, lo mejor, al servicio de la industria, todo para que millones de turistas pudieran venir a verlos cada año, y disfrutarlos como nadie, a costa de su degradación y pérdidas para Canarias.
Así pues, nunca fui al barranco de Masca, ni a las dunas de Maspalomas, ni al Faro de Orchilla, ni a Tindaya, ni a Isla de lobos, ni a la Cueva de los Verdes, ni al Roque nublo, y a un par de sitios más, de los más bonitos y protegidos del archipiélago, porque “son sitios turísticos”.
Todos estos sitios para mi, eran sitios donde el canario no pintaba mucho, no están configurados en nuestro imaginario colectivo como sitios nuestros para estar y disfrutar de ellos, sino como sitios donde va un montón de turistas, se sacan un par de fotos, compran un par de souvenirs y pa’ la guagua, sitios increíbles que yo encajaba en una foto de postal y les quitaba importancia.
Imagínense tremenda ignorancia la mía. Bueno, la mía y la de todos los que sienten empatía leyendo esto, todos los de aquí que muchas veces no valoramos lo nuestro por desconocimiento puro, y lo digo sin sentir culpa alguna, porque el sentirnos excluidos en nuestra propia tierra es un constructo implantado a base de años y años de políticas públicas nefastas, extractivistas de recursos, enriquecedora de unos pocos y empobrecedora de la mayoría; relegando al pueblo canario y su identidad a las chácaras y el ventorrillo, a la exotización de la cultura y poco más. Cero culpa a mi pueblo, mucha responsabilidad a los que han permitido que esto ocurra desde sus puestitos de responsabilidad política, institucional, comercial, cultural, etc. Se dijo.
Ahora no es solo que la industria turística ocupe estos espacios, sino que en los últimos años, parece que toda Canarias es un sitio turístico, un parque de atracciones. Tanto promocionamos y vendernos que los turistas llegaron a todos sitios, vivienda vacacionales en sitios inimaginables, recónditos, gentrificación, población desplazada, movilidad colapsada, servicios públicos saturados, jóvenes emigrando, ustedes me entienden lo que quiero decir. La industria turística generando cada vez más millones y el pueblo canario cada vez más pobre y con menos recursos, se rompió la baraja.
Y ya está, ya no se puede más, el consenso social que había en torno al turismo, a que vivimos de él, intocable, que generaba empleo, riqueza, la vaca que da leche, el santo grial, la gallina de los huevos de oro ya se rompió, se quebró, se fue barranco abajo. La realidad y la verdad es demasiado abrumadora como para ignorarla, y ahora toca responsabilidad y altura de miras por parte de las instituciones, y poner ese cambio de rumbo a un cambio de modelo productivo real. Un esfuercito en poner las alternativas sobre la mesa, que nadie dijo que fuera fácil pero un pizquito de voluntad señores.
Y yo toda chiquita que nunca me sentí ni parte de muchos lugares de mi tierra, ni que yo pintara algo más allí que un decorado, hoy, esta canaria que ya no es chiquita, y que tiene magua de su tierra, quiere descubrirla enterita, protegerla y defenderla. Y como yo, muchísimas personas a lo largo de todo el archipiélago sienten lo mismo, ansia y necesidad de defender el territorio, porque es nuestra casa y punto. Y el 20A se escuchó este mensaje bien clarito. Este sentimiento y este despertar colectivo materializado en las movilizaciones por todo el archipiélago es una ilusión abrumadora. Y en este mapa yo, y muchas de mis compañeras, hemos decidido bregar con nuestro pueblo, y sin miedo, bregar desde lo institucional empujando para cambiar las cosas y no sentir más magua de nuestra tierra, la vamos a recuperar y dignificar, para que la podamos disfrutar todos, ahora y en el futuro. Se dijo.
Carmen Peña Curbelo, Portavoz nacional de Drago Canarias