OPINION

¡A por Amazon!

Daniel Molini Dezotti | Sábado 20 de enero de 2024

Cuando uno tiene que acometer una tarea desagradable, como por ejemplo drenar una pústula, no se puede andar con demasiados miramientos.

No era ese, precisamente, mi cometido, sino una ocurrencia, la de aliarme con un enemigo muy grande para hacerle “pupa” a otro enorme, gigante, superlativo, que me tiene hablando solo desde hace años.

De tal forma que accedí al lugar de la cirugía, incorporé mi clave, y pedí, de forma imperativa, sin ninguna regla de cortesía; “Redácteme un decálogo con las razones de por qué no debería comprar en Amazon.”

No se me ocurrió explicar a mi interlocutor que el tema estaba influenciado por el encuentro de magnates y mangantes en Davos, tampoco que el informe de Oxfam, relacionado con el acontecimiento, consiguió potenciar mi insomnio.

En fin, con la decisión asumida no argumenté nada; ni siquiera, en contra de mis buenas costumbres, saludé al entrar.

Ya a punto de lanzar la cuestión corregí el tratamiento. Consideré que no merecía el usted, así que modifiqué el enunciado: “Redacta un decálogo que enumere las razones de por qué, comprar en Amazon, es contraproducente para las economías locales.”

Esperaba lo peor, así que no me inmuté cuando me pidieron una identificación que demostrase que era un ser humano. Me costó algo de trabajo, pero al final conseguí ser considerado como tal, tras comparar planchas, cajas, coches y disponerlos en una dirección determinada, señalada por una flecha.

Mis adentros se alegraron, que una simple saeta apuntando hacia Betelgeuse certificara mi condición de bípedo implume, me alentó a lanzarme al vacío.

Sabía que mi contrincante era rápido, veloz, pero no tanto. Tras pulsar la tecla de enter, no tuve tiempo ni de estirar los dedos, porque debajo de un cartelito verde con el nombre ChatGPT, se enumeraban 10 puntos, que paso a editar, para que no todo el mérito de este artículo sea de la odiosa inteligencia artificial.

Me los entregó como si fuesen mandamientos bíblicos, pero en vez de en una tabla de piedra cincelada, en una pantalla táctil.

Tras quitar números y eliminar encabezamientos, transformé el texto original en otro plano, con el objeto de que se parezca más a un comentario de prensa que a una clase de buenas costumbres.

Repito, no es literal, sí real: Amazon tiende a desplazar a los pequeños comercios locales al ofrecer una amplia gama de productos a precios competitivos, lo que lleva a la pérdida de empleos y cierre de negocios.

Amazon evita la contribución a impuestos locales, habiendo sido objeto de críticas por sus prácticas fiscales, que afectan negativamente la financiación de servicios y proyectos comunitarios. Sus condiciones laborales pueden contribuir a la explotación de trabajadores y no contribuye al desarrollo económico justo y sostenible.

Ni hablar de la creciente dominancia, que puede llevar a la monopolización del mercado, perjudicando así a los negocios que no pueden competir en igualdad de condiciones, o de la defensa que hace de la producción masiva y global, que puede dar como resultado la extracción de recursos de diversas partes del mundo en lugar de fomentar el uso de productos cercanos.

Obviamente, la consecuencia es que el transporte de productos a largas distancias y la gestión de grandes almacenes contribuyen significativamente a la huella de carbono, afectando el medioambiente.

Las conclusiones parecían redactadas por un amigo: “Al comprar en Amazon, se pierde la oportunidad de construir relaciones directas con comerciantes locales, contribuyendo a una desconexión entre los consumidores y sus comunidades.” Y el que le ponía la guinda: “La dependencia de Amazon puede desalentar la innovación y el emprendimiento local, ya que los pequeños empresarios pueden tener dificultades para competir con la magnitud de la plataforma.”

Estaba tan contento de su trato que le pedí que me organizase un plan para desalentar a los consumidores a concurrir a esa plataforma, pero claro, con tantos datos que acumula en ese cerebro de chatarra pseudo neuronal, regurgitó otro tratado imposible, como si yo fuese un "influencer" con millones de seguidores.

Debía, según mi asesor, iniciar una campaña de concientización en redes sociales para elegir alternativas más éticas y sostenibles, educar a la comunidad, impulsar plataformas de compra, trabajar en conjunto con organizaciones comunitarias, cámaras de comercio, asociaciones empresariales, compartir historias de éxitos de negocios locales, y promover campañas de boicot temporal a Amazon.

Aunque sus respuestas saliesen como si fuesen butifarras, yo, que no me considero lerdo, no lo dejé terminar.

“¿Podría explicarme el asunto ese del boicot y ayudarme a organizarlo?” Es verdad, lo traté de usted, porque el tema tenía enjundia, además, necesitaba un cómplice necesario por si alguien me demandaba. Instigador quizás, pero autor material no, ese mérito lo transferiría a ChatGPT.

Su nueva composición fue otro tratado imposible de transcribir. Ante continuos requerimientos por mi parte me aseguró que podía mentar su nombre, su autoría y usarlo en mi campaña, que a partir de ese momento la di por iniciada.

Solo me faltaban los titulares, se los pedí, me los brindó, pero no uno, 10. El problema fue que dio por hecho el progreso de algo que estaba en pañales.

No iba a desaprovecharlos, de momento copio solo 5, sé que podrían ser mejores, pero para ser artificiales, y surgidos de las entrañas de un colega millonario de Jeff Bezos, no están mal, igual es el punto de partida de una bella enemistad.

"Boicot Amazon: La Ciudad Despierta para Defender sus Negocios Locales". "Amazon Bajo Presión: Ciudadanos Cambian al Boicot para Fomentar el Comercio Local". "Desconecta de Amazon, Conéctate con tu Comunidad: Boicot Temporal en Marcha". "Desde el Teclado a la Acción: Ciudadanos Optan por Boicotear a Amazon". "¡Compra Local, Piensa Global! Boicot a Amazon para Fortalecer la Economía Local."


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