OPINION

El amor y el diazepan

Julio Fajardo Sánchez | Miércoles 13 de diciembre de 2023

Hoy he leído que es mejor cambiar el diazepam por el amor, que quiere decir algo así como dejar la química y pasarse al psicoanálisis, adoptar como norma de vida el nada te turbe, nada te espante, de santa Teresa. Santa Teresa tenía visiones fuera de la realidad, pero la mística consiste en esas cosas, y gracias a ella atravesamos esa puerta misteriosa de “Los otros”, de Amenábar. Los otros están ahí, aunque no los veamos. Solo nos falta un velador y una médium para que se hagan presentes. Indudablemente es preferible el amor al diazepam, al menos no te destroza los riñones, ni te hace sentir que lo que te atenúa la ansiedad es una artificialidad momentánea. Me refiero al amor en general, esa tendencia que te hace querer a toda la gente, independientemente de que sean o no tu tipo o lleguen una vez a corresponderte. El amor es una corriente positiva, una actitud que no discrimina, que te hace abrazar una idea pacíficamente, sin que llegues a sentir el ardor de los puñales que te atraviesan el corazón en los éxtasis que hacían levitar a la santa de Ávila, traspuesta en una estatua de Bernini.

Me he enterado por la prensa de que el próximo alcalde de Pamplona será de Bildu, gracias a una moción de censura apoyada por los socialistas. Me parece bien. Desde el punto de vista místico en que he decidido mirar las cosas del mundo, creo que tiene el mismo derecho que los demás. Quizá hasta sea más honesto y responsable. ¿Por qué no? Ya sé que a estas alturas es difícil explicar esto que digo. Hay demasiada intransigencia en el ambiente para admitir sin más que nadie debe ser apartado de asumir la responsabilidad común por sus antecedentes desgraciados o erróneos. Sea de un lado o del otro. Desde el prisma de santa Teresa y siguiendo los consejos de los psicólogos, las cosas son así, hay que tomarlas así si queremos tirar al diazepam por la taza del retrete.

Pamplona siempre fue la tierra de Dios. Eso dice Jardiel Poncela en la turné que hace la divinidad por nuestro país, cuando en el Ayuntamiento de esa ciudad le preparan un banquete con las cosas que supuestamente le gustan: tocino de cielo, cabello de ángel, huesos de santo y hasta yemas de santa Teresa. ¿Y qué si es de Bildu el alcalde? Estoy seguro de que haría lo mismo: pondría las luces de Navidad y a lo más que podría llegar sería a colocarle una chapela a san José en el portal de Belén. Nada que nos inquiete, nos turbe o nos espante.

El mundo esta lleno de apariencias y desencuentros para inquietarnos. Nuestra obligación es no hacerles mucho caso. Este año Puigdemont hará de caganer en muchos belenes y eso nos hará ser un poco más felices. No sé si el próximo años disfrutará de ese privilegio. Todo depende de que Sánchez clave una canasta de tres puntos desde la esquina o la falle. Quizá las cosas salgan así o al contrario. Yo, para continuar viviendo sin ansiedad, procuraré seguir el consejo que nos dan a las personas de mi edad. Es mejor el amor que el diazepam.


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