OPINION

¿Mejor desnudos que mal vestidos?

Daniel Molini Dezotti | Domingo 19 de noviembre de 2023

En nombre de la Corporación Planetaria de Fabricantes de Ropa quiero dirigirme a los estimados consumidores para plantear algunas de las cuestiones que nos preocupan.

Han llegado a nosotros denuncias varias, a través de medios de comunicación y redes sociales, donde se estigmatiza el daño que propiciamos al medioambiente en distintas regiones del mundo, por culpa de los cientos de miles de toneladas de residuos textiles.

La pregunta de cómo han llegado hasta allí es muy fácil de responder. Los países poderosos, España entre ellos, empachados de consumo, compran más de lo que necesitan y tiran más de lo que debieran, y eso termina colmatando miseria en ciudades, playas y mares, del propio país y de otros lejanos.

A tal efecto, las empresas que integran nuestra organización, cuyas denominaciones no hacen falta especificar porque son las más ricas, grandes, famosas, y situadas en las mejores avenidas del mundo, preocupados por el impacto ambiental, necesitamos expresar nuestra honda preocupación.

Por tal motivo, y para evitar daños irreparables, solicitamos, encarecidamente, que se solidaricen con nuestras angustias y nos ayuden a mejorar el futuro.

No cabe duda de que nuestras factorías desempeñan un papel preponderante en la economía, sobre todo en las nuestras, las de quienes fabricamos, emponzoñamos y pagamos con valores de allá, lejos, lo que vendemos aquí, cerca, con precios acordes a los rangos del occidente desarrollado.

Sin embargo, este éxito no puede justificar el menoscabo que estamos infligiendo a la naturaleza, porque producimos ropa con tejidos no reciclables, envenenamos ríos, arenas, tierras, de lugares que necesitan de estos recursos para sobrevivir.

Deberíamos, al fabricar, respetar el ciclo completo de nuestros productos, por eso, estamos tomando medidas para minimizar el impacto ambiental.

Por ejemplo, vamos a adoptar materiales que se puedan reutilizar, repudiando los elastanos, las poliamidas, las sustancias sintéticas y urticantes, aunque sean más baratas. Sabíamos que tardaban siglos en ser asimilados por el entorno, pero miramos para otro lado.

A pesar de esta contradicción, hemos redactado normas, para convencer a nuestros clientes de la importancia de reciclar la ropa.

Aunque a veces las prendas que fabricamos, tras el cuarto lavado, no se parezcan en nada a lo que fueron, y las camisas puedan mutar a toallas, las camisetas en estropajos y los calcetines en elementos informes sin definir, estamos optando por la calidad.

En este momento puede parecer una entelequia nuestro consejo de reutilizar, pero vamos a empezar a utilizar mejores fibras, diseños utilitarios para usar, no para fardar y dedicar parte de nuestros beneficios, a reparar, todo lo que ayudamos a descomponer.

¡Créanos! A partir de ahora seremos transparentes, explicando lo que empleamos, el modo en que lo hacemos, la cantidad que fabricamos, lo que se vende, lo que no llega nunca a los mercados, las razones de tanta oferta innecesaria, el costo y los beneficios.

Pero no podemos hacer nosotros todo el trabajo, necesitamos que ustedes, nuestros apreciados clientes, colaboren, porque la unión, lo dice un aserto, hace la fuerza.

Juntos conseguiremos un futuro más sostenible. Nuestros negocios se multiplican cada año de forma exponencial, y con ello el consumo excesivo y el desperdicio de la ropa, por eso necesitamos vuestra ayuda, multiplicada, seria, comprometida. Demandamos reflexión, también acción.

Lo primero que necesitamos que se nos exija es calidad, un producto que se pueda lavar y planchar sin que queden huellas permanentes de que ha sido lavado y planchado. Manufacturado con materiales nobles, naturales, de aquellos que duraban toda una infancia o media adolescencia, y que todavía estaban aptos cuando se crecía, para cederlos a los hermanos menores.

La segunda petición que hacemos es que no responda ni atienda los requerimientos que le hagamos, ¡ninguno!, sobre la moda. No es necesario cambiar el guardarropa cada vez que el sol caliente más o menos, para eso tenemos los abrigos, para quitarlos o ponerlos, que tienen la virtud de dejar transparentar la belleza, porque ya se sabe, lo dice otro aserto, la belleza es interior.

Hoy, quien pretenda lucir distinto, debería espantar los artilugios caros e innecesarios que llevan las mayorías, y regresar a lo natural, a lo de toda la vida, que nadie valora.

Es prioritario que nuestros clientes recuperen dos elementos en vías de extinción: la aguja y el hilo, que sirven para coser y reparar. ¿Cómo es posible que se nos compre, pagando fortunas, ropa gastada, deshilachada, que dejan ver partes anatómicas, por no decir las partes, y luego desechar otra por un simple enganche que se repara con dos puntadas?

Nosotros, como proveedores y ustedes como usuarios, estamos juntos en la lucha contra el consumo. Las futuras generaciones nos están vigilando, con el problema multiplicado de haber sufrido un contagio gracias a nuestras peores y abusivas propagandas, pero eso también lo vamos a cambiar.

En los últimos 50 años, creamos moda, inventamos tendencias, las cambiamos, incitamos a gastar, a renovar, creamos diferencias entre los más vulnerables, enseñamos a exigir. ¡Eso se acabó!

Llegó la hora del mercado de segunda mano, del reproche a nuestros consejos de administración, a los expertos que estudian vuestros comportamientos, que inducen a actuar como posesos, a generar necesidades.

Lo pedimos encarecidamente, ¡no cedan ante nuestras presiones!, no den crédito a las ofertas, analicen, duden, y digan no, una forma contundente y muy catártica de mandarnos al demonio.

Esperamos que se unan a nuestro macro emporio poderoso, omnipotente, omnisciente e insaciable a reducir el impacto ambiental de la industria de la ropa. No va a pasar nada si lo hacen, el capitalismo no se va a hundir.


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