OPINION

Estamos en otra cosa

Julio Fajardo Sánchez | Sábado 21 de octubre de 2023

He buscado en El País algún comentario sobre las palabras del rey en la entrega de los premios Princesa de Asturias y, como sospechaba, no he encontrado nada. Después de escucharlo ayer, se me ocurrió decir que todos entenderían que se estaba refiriendo a los otros, pero el silencio es muy significativo y otorga la verdad de las alusiones a quienes realmente corresponde. Las palabras del rey fueron recibidas con el aplauso de los presentes. No sé si de todos, porque las cámaras no me permitieron verlo, pero el sonido parecía unánime y rotundo. Desafortunadamente, esa unanimidad hoy se contradice con lo que destaca cierta prensa del acto. Da igual, están en otra cosa. Ya lo dijo Felipe González: el deterioro de nuestro prestigio en Europa y en el mundo es notorio porque estamos en otra cosa. Las cosas no andan bien porque estamos en otra cosa, y las palabras de Felipe VI no son reproducidas en El País porque estamos en otra cosa. El problema es que la cosa en la que estamos es precisamente aquella por la que reclama la voz del Jefe del Estado. Al articulista solo pareció gustarle una cita que hizo Meryl Streep sobre García Lorca. Al menos eso es lo único que destaca.

En el teatro Campoamor se notaba que el discurso iba dirigido a los que no estaban allí: a los que estaban ocupados en esas otras cosas que son precisamente las que se reclamaban entre aplausos: “las soluciones siempre vendrán de la unión y no de la división”. Supongo que el relato que se está fabricando tenderá a demostrar que todo lo que se está procurando hacer, esa cosa que nos tiene tan ocupados, se hará para fortalecer la unión y debilitar la división, que amnistiar a los que dicen que lo volverán a hacer y sentar las bases para la autodeterminación es una fórmula mágica para evitar dividirnos, que seremos más fuertes estando separados que juntos, que, como en el régimen matrimonial, deberemos salir de esta relación tóxica y así quizá, como ocurre en algunas exparejas, consigamos llevarnos mejor. El problema es que todos saben que nadie se lo cree, porque los intereses de los protagonistas nada tienen que ver con eso. El silencio de la prensa afín es significativo, denota la voz de la conciencia del que es consciente de que está siendo puesto en evidencia.

En fin, dejemos estas cosas que tienen a algunos ocupados en otras cosas más importantes. El discurso de rey habló de paz y de concordia en el momento en que el mundo más lo necesita. No estaría d más que alguien lo propusiera como Nobel de la Paz, pero nadie lo hará. Una princeso cada vez más sólida y segura dijo que pronto cumplirá dieciocho años y jurará la Constitución. La parte estúpida de este país hablará del soldado a quien sonríe, del modisto que le hará el traje y de la espalda trabajada en el gimnasio de su madre. También están en otra cosa. Para mí, en el acto de ayer, incluido el reconocimiento a Murakami, al que los suecos niegan el Nobel, puso a España en el nivel internacional que le corresponde. Algunos volvieron a sentir el orgullo de pertenecer a un país tan rico y diverso que es capaz de construir su identidad en base a sus contradicciones aparentes. Ayer estaba en Oviedo la España de Cervantes, de Velázquez, de Picasso, de Lorca, y de todas esas voces que repercuten en el mundo para hacer que nos admiren y respeten y nos respetemos además a nosotros mismos. Los que no estaban allí estaban en otra cosa.


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