OPINION

Cuentitos en Navidad

José Luis Azzollini García | Lunes 19 de diciembre de 2022

Charles Dickens, nos describe de forma magistral, las vivencias de un viejo avaro al llegar las entrañables fechas de La Navidad. Nos va relatando su transformación, a medida que le van visitando los fantasmas de su pasado, de su futuro y de su presente. ¡Tremendo esfuerzo tuvo que hacer el autor del libro para convencer al sujeto! La ternura llega a los corazones en estas fechas, en las que nos volvemos algo más que tontorrones en lo emotivo. Alguna marca de turrón también nos toca la pelota, cuando nos recuerda que es el momento de la llegada de nuestros seres queridos que, hasta estas fechas, se encontraban en otros puntos del País, o del planeta. Hasta una marca registrada de refrescos, nos trae al mismísimo hombre de rojo -sin que se note que tal vez lo tenga en nómina- para aportar algo de “chispa” a nuestras vidas. Por supuesto son fechas para recordar a quienes se nos han ido al rincón de nuestros recuerdos. Las calles se engalanan con adornos luminosos, sin que nadie haya conseguido bajar del pódium a un señor alcalde de Galicia. Cabalgatas espectaculares o de “andar por casa” van sucediéndose en cada uno de nuestros rincones patrios.

¿Nos visitarán los fantasmas de Dickens?

Creo que si así fuera, tal vez empezarían por darse una vueltita por alguna de nuestras empresas comerciales y Ayuntamientos. Para terminar, ¡cómo no! en la casa de más de uno. Y de una también.

El fantasma del pasado, nos hablaría, también, de luces. Pero estaría más concentrado en recordarnos los hermosos villancicos y reuniones familiares que se montaban en torno a la comida de mamá. Nos recordaría que había un acto al que llamaban “Misa del Gallo” al que se acudía después de la cena y donde la gente se reencontraba con vecinos, amigos y familiares para cantar y desearse las pascuas. Se abrían las carteras para proceder con las limosnas que obligaba la conciencia de cada cual. Hasta se saludaba con mayor cariño que de costumbre. ¡La sociedad entera, se mostraba más cercana! Los paseos por el centro, para culminar la carta para los tres reyes magos, eran casi imprescindibles. ¡La calle invitaba al paseo! Pertrechados con abrigos, bufandas y en algunos casos hasta con guantes, se salía para escuchar a los grupos que iban deseando las felices fiestas con emotivos villancicos. Semanas antes de llegar la Navidad, en las casas se terminaban de escribir llamativas postales que saturarían los buzones de las oficinas de Correos y que llegarían a sus respectivos destinos con exquisita puntualidad. Las tarimas de los policías municipales, se llenaban de dulces y bebidas para agradecerles su labor. Y, como no, se compraba algún número de lotería para cuando llegara el día del sorteo -cada veintidós de diciembre-, no separarse mucho ni de la radio ni de la televisión. Todo seguía el guion que ya se habían encargado, nuestros padres, abuelos y bisabuelos, de escribirnos. Todo estaba bien indicado. Incluso, el aguinaldo y las cestas que las empresas no rácanas -que de todo había-, les entregaban a sus empleados, como felicitación de Navidad.

El fantasma del presente, se ha vuelto un tanto más estrecho de miras, convirtiendo, aquellos paseos por las calles, en visitas a grandes centros comerciales, que se esmeran en engañar a los más pequeños diciéndoles que unos personajes muchas veces hasta mal vestidos, son los auténticos reyes magos de oriente. ¡Valientes mentirosos! Todo el mundo sabe que a este trío no se les puede ver, sino la misma noche de cada día cinco de enero, en la cabalgata que lleva su nombre. ¿Les parecerá poco el tener a un paje real? El fantasma del presente, se encargará también de mostrarnos como, algunos ayuntamientos, han ido convirtiendo las cabalgatas en una prolongación de los carnavales, con proliferación, incluso de publicidad de los patrocinadores. Las carteras de todos nosotros, ya no se abrirán tanto para ayudar a quien lo necesite, como para comprar más y más números de loterías. ¡Y quien se resiste a comprar, si es que se han terminado las existencias de pancartas anunciando las de cada barrio de nuestro País! ¿Vas a poner gasolina? -¡qué va! Voy a comprar un número, que he oído que a un político siempre le tocaba aquí- A la misa del gallo, ya no irá tantísima gente como antes. La Iglesia ha estado haciendo una campaña -parece que efectiva-, para alejarse de la población, y ya no merece la pena. La Misa del Gallo se conocerá, simplemente, como misa de “la noche” y con los villancicos, saliendo de un “pen-drive”. Las felicitaciones, ahora, vendrán desde el “WhatsApp”. Las cestas de Navidad, o han mermado o ha disminuido el número de empleados a recibirla. Desde recursos humanos, se “ha conseguido” hacer el mismo trabajo con menos gente -“Ahora la RPT[1] sí que está bien redimensionada, dirán-. A los policías, si quieren brindar con los compañeros, no les quedará más remedio que rascarse el bolsillo propio, porque el ajeno, o está vacío, o reuniendo para pagar alguna multa y/o impuesto. En los supermercados, se seguirán encontrando colas para comprar el marisco y las viandas, aunque tal vez la zona de los congelados sea la más concurrida, -por aquello del “Anisakis”- Sí que habrá aumentado el número de personas en las calles, pero no precisamente cantando y disfrutando sino, más bien, deambulando sin un rumbo fijo y/o buscando un refugio donde pasar la noche en su soledad sobrevenida. Algunas ONG se encargarán de ofrecer, a estas personas, una cena. Pero, la vivienda, tendrán de buscársela por su cuenta. ¡Ningún ciudadano sin una vivienda digna! ¿Les suena de algo?

El fantasma del futuro estará muerto de risa visionando lo que nos va a presentar para convencernos de que, hagamos lo que hagamos, no nos salvará ni “Perry Mason”, que diría el humorista Chiquito de la Calzada. Se oye decir que nos tiene preparado un paseo por el devenir de cada uno de nosotros, donde podremos visionar lo que nos depara el futuro, a través de unas magníficas gafas de “realidad virtual”. Naturalmente, en ese recorrido, las misas ya incluirán a las gallinas. Comeremos unos sabrosos manjares condensados en coloridas pastillitas y brindaremos por una Navidad próspera con un líquido mitad algo, mitad otra cosa, pero del que nunca se sabrá su composición real. Y, por supuesto, el mensaje del Rey, lo dará un primer ministro republicano, que se habrá autoproclamado virrey de todos los seres vivos del País -todo ser vivo tendrá su pasaporte y los humanos deberán, además, tener un chip identificativo- La lotería de navidad ya no será necesaria pues, te toque lo que te toque, nada podrás comprar de lo caro que estará todo. La cabalgata de los otros reyes, la disfrutarán quienes dispongan de rincones holográficos. El resto esperará a los carnavales, que los políticos, mantendrán activos pensando solo en “su pueblo”.

Los cuentitos son todos creíbles. No solo Dickens, es capaz de mantenernos entretenidos. Otro gran grupo de personalidades lo consigue, haciéndonos creer, que todo lo que hacen, es por nosotros.

[1] RPT.- Relación de Puestos de Trabajo


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