OPINION

Con Cáritas de Ucrania

Juan Pedro Rivero González | Jueves 03 de marzo de 2022

Un verdadero choque de trenes -si me permiten la metáfora- está siendo, estos días, la invasión de Rusia de Ucrania. Trenes visibles e invisibles que, como siempre, hacen saltar las chispas ensangrentadas que salpican a muchas personas. Unas que mueren en la calle y otras que se sienten morir en las fronteras. Otro volcán que estalla ahogando con la lava de la sinrazón, desplazados, refugiados, exiliados, hombres y mujeres doloridos. Y, algunos otros, sentados en el corro de las tertulias realizan análisis de causas y consecuencias de este desastre. Más de lo mismo.

Un juicio sereno no es posible en el escenario del gran teatro del mundo en el que, como siempre, la culpa es soltera porque nadie la quiere. Pero la responsabilidad se reparte en un horizonte tan amplio como el rostro de la humanidad. Unos por acción y muchos por omisión.

En los medios no han aparecido aún las acciones realizadas por Cáritas de Ucrania y, de manera especial, por Cáritas de Polonia. En España se ha puesto en marcha un movimiento de ayuda a esta nueva emergencia. No enviamos armas, claro está, sino ayuda humanitaria para las víctimas que están ya siendo demasiadas. Con esta guerra, son ya 46 conflictos bélicos armados presente sobre la fas de la tierra en la actualidad. Este es narrado en directo porque nos afecta en nuestra economía, pero nos sorprenderíamos si, entrando en un buscador de la internet, buscáramos guerras activas en el mundo en los años 2021 y 2022. ¡De vergüenza!

Cuánta razón tenía aquel maestro, anciano y sabio, que nos decía que la paz del mundo se construye en la pacificación de cada vida interior. Crispación, conflictividad, rivalidades… Todo a la orden del día. En cada esquina de nuestra vida social. Un dragón muy activo y grande para el que no tenemos instrumento de mediación eficaz entre las erramientas de uso social.

En muchos hogares hay una ucrania anónima invadida por la violencia. En muchas de nuestras relaciones interpersonales solemos estar bien armados para la respuesta rápida y contundente. Guerrilleros de la vida ordinaria. Eco sonoro de violencia de una juventud en los cuadriláteros de la noche. Guerras y más guerras por doquier. Y la hierba aplastada por la lucha de tantos elefantes. De millones de elefantes.

La guerra se edifica sobre las diferencias insalvables. Las diferencias irreconciliables. Pero la paz se edifica sobre las similitudes y las complementariedades. Cuando buscamos en las otras personas lo que tienen de común con nosotros. Aunque escriban en cirílico, aunque hagan al revés la señal de la Cruz, aunque usen más abrigo que nosotros, ellos tienen nuestros mismos miedos, nuestras mismas ilusiones… Formamos un nosotros de similitudes grandes.

Por eso es por lo que me quito el sombrero sobre la extraordinaria labor de Cáritas en Ucrania, Polonia, Lituania, Hungría, Rumanía, y un largo etcétera que se aúna en el alma de la Cáritas Internationalis que preside el Papa.

Hay mucho más en común que las diferencias que tengamos.




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